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DECLARACIÓN DE LOS PARTIDOS DE LA INICIATIVA COMUNISTA EUROPEA

Un año después de los primeros casos de Covid-19 en Europa, la clase obrera y los sectores populares siguen sufriendo las devastadoras consecuencias de la crisis capitalista y la pandemia.

Si se hace la comparación con respecto a hace un año, uno puede confirmar fácilmente cómo han empeorado notablemente las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera y los sectores populares debido a la escalada de la ofensiva del capital y la política antipopular de los gobiernos burgueses. El capitalismo no pudo impedir una nueva crisis de sobreacumulación y —al igual que en las anteriores— los capitalistas están intentando colocar la carga en los hombros de los trabajadores.

La actual crisis económica no ha sido causada por la crisis sanitaria que presenciamos. La llegada de la Covid-19 ha sido el catalizador de una crisis cuyas condiciones ya se habían generado en el seno del sistema capitalista, como muestra la significativa ralentización de los economías en 2019. Las décadas de privatizaciones y recortes para el sistema público de salud y de políticas desarrolladas contra la clase obrera y el pueblo trabajador han agudizado aún más estos problemas. Los gobiernos burgueses eligieron aumentar los beneficios de las grandes empresas en detrimento de la vida y la salud de los trabajadores.

La esperpéntica situación de las últimas semanas con respecto a la compra de vacunas de diferentes multinacionales es una prueba de la política antipopular de varios gobiernos y de la naturaleza de clase de la Unión Europea, como unión internacional del capital, que sirve a los intereses de las empresas farmacéuticas europeas frente a sus competidores, siempre a costa de los intereses de la mayoría trabajadora.

Puesto que esta crisis ya se había manifestado antes de la pandemia, los diversos países capitalistas pusieron de nuevo la carga sobre la clase obrera. Los gobiernos burgueses, independientemente de su gestión liberal o socialdemócrata, recurrieron a sucesivos confinamientos contra el virus invocando el aumento de infecciones, hospitalizaciones y muertes, que son el resultado de sus intentos de “salvar la economía”. Los grandes grupos empresariales reciben apoyo financiero e incentivos de las distintas administraciones pero, por el otro lado, profundizan en el modelo laboral de la “flexiseguridad” y el trabajo a demanda, junto con los recortes en derechos laborales que implica y se ensaya la generalización de nuevas modalidades de trabajo, como el teletrabajo.

En un contexto en el que las condiciones de vida empeoran, las movilizaciones de trabajadores, pese a aplicar todas las medidas de protección sanitaria, son respondidas con la prohibición de huelgas y una dura represión de manifestaciones, actos y protestas por “motivos sanitarios”. Por el contrario, encontramos en varios países de Europa que no se ponen obstáculos a las actividades organizadas de la patronal, e incluso éstas se promueven y blanquean. Además, la criminalización del tiempo de ocio y de cualquier otra actividad considerada “innecesaria”, especialmente para la juventud, es una forma de cubrir una triste realidad: que la mayoría de los contagios se producen en el ámbito laboral y se deben a una falta de condiciones de seguridad en los centros de trabajo puesto que estas condiciones son incompatibles con los beneficios de los capitalistas.

Los Partidos Comunistas y Obreros de la Iniciativa, ante la nueva confirmación de la naturaleza antiobrera y antipopular de los gobiernos europeos, llaman a la clase obrera y los sectores populares a organizarse y luchar en cada barrio, cada centro de trabajo, cada centro de estudios, para que sean el Estado y la patronal quienes paguen la crisis. Esta crisis no es una creada por la clase obrera. Es una crisis del capitalismo. Es la crisis de un sistema incapaz de satisfacer las necesidades de la mayoría de la población y cuyos intereses están totalmente enfrentados a los de los trabajadores. Llamamos a la clase obrera a movilizarse exigiendo medidas de protección para su salud y sus derechos, a unirse más decididamente a la lucha por la superación de este sistema obsoleto y construir uno alternativo, en el que la economía satisfaga las necesidades del pueblo y los avances científicos y tecnológicos se apliquen para garantizar el bienestar integral de los trabajadores: el socialismo-comunismo.