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Desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania, hace ya más de un año, viene siendo habitual que los medios de comunicación con más presencia tanto en España como en Aragón viertan ríos de tinta acerca del conflicto desde “diversas” perspectivas. Y es que, aunque traten diferentes temas dentro de lo que es la guerra de Ucrania, existen elementos en común entre todas las noticias que podamos leer, lo que permite atisbar la verdadera intencionalidad de las mismas.

En primer lugar, los medios de comunicación han realizado un esfuerzo titánico para justificar la intervención en el conflicto bélico argumentando que Ucrania está luchando por su libertad y por la paz y, por ende, se le debe apoyar. No obstante, esta romantización y dulcificación de la guerra no esconde sino los intereses de los monopolios españoles en la misma, como el de la fabricación y venta de armas que, desde que empezasen los primeros disparos, han aumentado sus beneficios en 210 millones de euros gracias a la exportación de armamento y equipamiento militar.

Esta justificación de la guerra ha servido, también, para pavimentar el camino del gasto militar recogido en los últimos Presupuestos Generales del Estado, el cual ha aumentado un 26,3 por ciento, alcanzando los 12.827,18 millones de euros. La guerra de Ucrania es, para los monopolios españoles, la excusa perfecta para hacer que el Estado invierta en la defensa de sus intereses, pues este “rearme” no es sino la preparación militar para futuros conflictos de los que los capitalistas podrán sacar buena tajada, sin importar que, de nuevo, la clase obrera ponga los muertos.

Por otro lado, la tónica general está siendo la exaltación de la defensa de la patria, mostrando a los ucranianos como héroes que luchan por su país frente a la barbarie. Esto no es algo nuevo. Esa exacerbación del sentimiento nacionalista ha sido, y será, el argumento esgrimido por la burguesía para lanzar a la clase obrera a luchar en una guerra ajena a sus intereses.

Pero más allá de estas cuestiones generales, queremos fijar la vista en nuestro territorio, Aragón, ya que ha sido escenario primordial de la intervención española en la guerra imperialista.

Muchos noticieros se han hecho eco de la “ayuda” que España está prestando a Ucrania mediante el envío de material de guerra y el entrenamiento de soldados ucranianos. Dichos entrenamientos en armamento sofisticado, como los sistemas antiaéreos Aspide o los ya famosos Leopard, se han llevado a cabo en las bases militares ubicadas en Aragón, destacando la Academia General Militar y el campo de tiro de San Gregorio, así como la base aérea de Zaragoza.

Estas noticias llenan sus renglones con multitud de datos técnicos acerca de los tanques y sus componentes, su potencia destructiva y, en definitiva, una gran cantidad de información fútil que intenta mostrar un complejo entendimiento del asunto. Sin embargo y, de nuevo, esconden una intención mucho más preocupante: dulcificar y justificar la guerra y la intervención española mediante el envío de armas, equipamientos y entrenamiento de soldados.

Ante este panorama de desinformación a favor de la guerra de Ucrania y de la intervención por parte de España, cabe plantearse la siguiente cuestión: ¿qué intereses hay detrás?

Debemos partir del hecho de que los diferentes Estados capitalistas juegan un papel fundamental en la defensa de los intereses de los monopolios a los que representan. La exportación de capitales, es decir, la inversión económica fuera del propio país, requiere de unas condiciones sociales y políticas favorables en los países receptores, lo cual se puede facilitar mediante relaciones diplomáticas. Sin embargo, esa exportación de capitales no se da bajo cualquier circunstancia, sino dentro de la competencia entre distintos grupos monopolistas de diversos países, que pugnan entre sí, buscando mayores cotas de mercado, control de rutas de comercio y suministro, acceso a materias primas, zonas de influencia, etc.

Esas pugnas, intensificadas al máximo, dan lugar a las guerras imperialistas. Estas se producen entre las diferentes potencias imperialistas (defensoras de los intereses de grupos monopolistas enfrentados) para obtener, como hemos mencionado antes, mayores beneficios o una posición ventajosa frente a sus competidores, dado que a día de hoy el mundo está totalmente repartido entre estas potencias. Por ello, la obtención de esas mejoras solo es posible arrebatándoselas a la competencia.

Por ello, contrariamente a lo que lo que los medios de comunicación convencionales se esfuerzan por mostrarnos día a día, la guerra entre Rusia y Ucrania responde a los intereses de bloques imperialistas enfrentados. Por un lado, EEUU y Europa, junto a Ucrania y, por otro, Rusia. Es por ello que, plantear el falso dilema de elegir bando, conduce a un callejón sin salida para todos aquellos que directa o indirectamente pagamos las consecuencias de la guerra.

En lo que respecta a España (o mejor dicho, a sus monopolios) queda claro que tiene unos intereses muy marcados en los que basa su intervención.

En primer lugar, y como ya adelantábamos, están los intereses de los monopolios armamentísticos españoles, compuestos por empresas como Airbus Defence and Space, INDRA sistemas, Navantia y Expal. Estas empresas se están embolsando beneficios multimillonarios desde que comenzara el conflicto en Ucrania. Destaca, sobre las demás, el caso de la empresa Expal, productora de municiones de varios tipos y obuses, que ha recibido una oferta de 1.200 millones de euros por parte de la firma alemana Rheinmetall, la cual quiere aumentar su producción debido a los grandes beneficios que se están obteniendo con la venta de armas para la guerra.

Por otro lado tenemos la intención del Gobierno español de fortalecer el papel que juega España dentro de la OTAN, para lo cual ha aumentado el gasto militar en más de un 26% y también ha desplegado a más de 1.000 soldados en las fronteras colindantes con Rusia y Ucrania.

Aquí entra en juego el entrenamiento de soldados ucranianos en España y, concretamente, en Aragón. La base aérea de Zaragoza y la Academia General Militar han sido, recientemente, el escenario en el que los militares venidos de Ucrania han aprendido a manejar armamento que, posteriormente, les va a ser provisto por España y demás países de la UE.

Esto supone un ataque frontal contra la clase obrera internacional en tanto que se está fomentando la guerra imperialista, en la que la clase obrera no tiene nada que ganar y todo que perder. Los muertos, la destrucción y el sufrimiento caen, de nuevo, sobre los hombros de las mujeres y hombres trabajadores, ya sean ucranianos, rusos o de cualquier otro país. Y esto ocurre en suelo aragonés, poniendo en riesgo incluso la vida de su población que, en caso de participación directa de España en esta u otra contienda, sería un objetivo estratégico y militar fundamental.

Las protestas en nuestro territorio contra la presencia militar y la OTAN han sido, desde la entrada de España en la criminal organización transatlántica, algo que siempre ha estado presente en mayor o menor medida, tanto en Aragón como en la vecina Navarra donde se encuentra el campo de tiro de las Bardenas Reales. Sin embargo, la fuerte y constante propaganda desplegada por los medios de comunicación y la defensa y justificación de la OTAN por parte de los distintos partidos políticos, ha conseguido que una parte importante de la población normalice la participación militar en estos conflictos y la presencia de las distintas bases militares.

Desde el PCTE Aragón tenemos claro cuáles son los intereses a los que responden estas guerras imperialistas y el riesgo que suponen para la población civil en nuestro territorio. Es por esto que exigimos, como parte fundamental del programa de los y las comunistas, la salida inmediata de la OTAN, la vuelta a casa de todas las tropas españolas en terceros países y el desmantelamiento de todas las bases militares extranjeras en nuestro territorio. Asimismo, denunciamos el falso pacifismo burgués que, a la vez que llama a defender la paz, vende armas, entrena soldados y envía tropas a zonas en conflicto. Y reivindicamos, una vez más, que poner fin a estas guerras imperialistas pasa necesariamente por superar el capitalismo – origen y causa de estos conflictos.