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Basta una búsqueda rápida en Google con la palabra Amianto para ver noticias como más de veinte afectados en el Metro de Barcelona, paros parciales en el Metro de Madrid con motivo del juicio de una de las víctimas mortales”,” CAF Zaragoza pide acabar con el silencio sobre el amianto tras 49 muertes” , y la última de “Los trabajadores de Metro van a la huelga por la crisis del amianto”.

Los síntomas del amianto o asbesto tardan en aparecer, lo hacen en algunos casos entre 10 y 20 años después, con consecuencias en algunos casos que llegan a ser mortales. Leyendo algunas de las noticias que citábamos antes podemos leer que en algunos casos los trabajadores hasta cogían con sus manos el polvo a puñados. No obstante, es de justicia recordar que no sólo el contacto directo con este material provoca diferentes cánceres que en la mayoría de casos no tienen cura, sino que también se han visto afectadas las personas que han tenido contacto de forma indirecta, como en las tareas domésticas y otras exposiciones derivadas del mal estado de los materiales.

No debe sorprendernos tampoco, nuestra salud, nuestra vida sólo es una variable más en el cuadrante económico de la empresa. Emplear otros materiales o emplear unos métodos seguros supone un incremento en los costes de la empresa cuando nuestra salud solo la pagamos nosotros.

Esa es la realidad que tenemos los trabajadores en el capitalismo, somos un precio. ¿Cuánto vale nuestro salario?, ¿cuánto vale nuestra salud? Estas salvajes y despiadadas preguntas no pueden responderse simplemente con un número como están haciendo hasta ahora.

Las empresas no van a velar por nuestra salud, el capitalismo tampoco. Tenemos que ser nosotros mismos quiénes a través de la organización diaria en el centro de trabajo, quiénes a través de la afiliación y organización en los sindicatos aseguremos unas medidas mínimas mientras conquistamos unas máximas que nos garanticen que no nos dejamos la vida trabajando.
Esta organización pasa en primer lugar por concienciarnos del problema. Nuestra salud nunca puede ser una moneda de cambio, no puede tener un precio fijado. Así como defendemos una sanidad pública, gratuita, de calidad y universal, debemos defender con el mismo ahínco nuestra protección mientras trabajamos. No debemos esperar a que la enfermedad toque a la puerta.

Debemos tener un papel activo y de referencia en la movilización que se gesta por los trabajadores de todo el estado en defensa de nuestra salud y contra el amianto exigiendo el reconocimiento a las víctimas, la reparación de los daños causados y la prevención.

Desde oponernos al trabajo sin condiciones de seguridad hasta señalar a los culpables de las enfermedades y las muertes, que no son otros sino aquellos mismos que se llenan los bolsillos con nuestro sudor cada día, y que en ciertas ocasiones una vez quebrada la empresa, desaparecen dejando desamparadas, más si cabe, a las víctimas de este genocidio silencioso y silenciado que se ensaña mayoritariamente con la clase obrera.

 

Partido Comunista de los Trabajadores de España