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Saludamos a los trabajadores, jóvenes, mujeres y pensionistas de Europa y el mundo. Honramos a la revuelta sangrienta en Chicago y a las luchas heroicas de nuestra clase y nos inspiramos en ellas para nuestra lucha hoy.

Con clara intensidad, el último año ha mostrado toda la brutalidad y salvajismo del sistema imperialista. Guerras, hambrunas y pobreza persiguen al pueblo trabajador del mundo, volviendo su situación aún más precaria. Los trabajadores pueden observar con sus propios ojos el peligroso desarrollo y agudización de las contradicciones que constituyen una amenaza real para sus vidas y su subsistencia. La barbaridad del capitalismo yace desnuda para que todos la veamos.

En el seno del sistema imperialista se agudizan las contradicciones, ya que todas las potencias capitalistas luchan por mayores beneficios para sus propios monopolios a costa de sus rivales. Sus viejas alianzas, que se creía que eran permanentes, se muestran frágiles puesto que los países poderosos se vuelven a posicionar. En el capitalismo, ningún lazo es más fuerte que el beneficio potencial que se pueda hacer.

La conclusión lógica a la que conduce el aumento de la competencia es la guerra. Cuando fracasan los demás medios, la fuerza es utilizada en la competencia capitalista para conseguir ventajas y golpear a la competencia. En el horizonte se avecinan el estallido de una nueva crisis capitalista y el riesgo de una guerra capitalista generalizada, que amenazan las vidas de muchos millones de trabajadores de todo el mundo.

En respuesta a este suceso, los países capitalistas del mundo se están armando hasta los dientes, preparándose para una lucha. Para justificar todo esto, se utiliza entre otras cosas la ideología del nacionalismo, dando a los trabajadores la ilusión de que comparten intereses con los capitalistas de su misma nacionalidad.

En paralelo, aumenta la represión política. En un país tras otro, se derogan los derechos políticos con el fin de obstruir la actividad política y sindical de la clase obrera. En un país tras otro, los fondos pasan de destinarse a las necesidades de las personas a destinarse al aparato represivo del estado capitalista, que se desata entonces contra los que se niegan a aceptar este suceso.

En esta situación, el papel de la socialdemocracia sigue siendo un enemigo especialmente engañoso. A lo largo de la historia del movimiento obrero, la socialdemocracia ha actuado para garantizarle al capitalismo el apoyo social que necesita y, como comunistas, una de nuestras tareas más importantes sigue siendo desenmascarar el papel que la socialdemocracia ha desempeñado tanto históricamente como hoy.

Todos los obstáculos parecen grandes hasta que son superados. Eso también es verdad para el capitalismo. Hace más de un siglo, el pueblo trabajador de Rusia rompió el huelo y mostró el camino a seguir, la sociedad socialista. Hace exactamente 80 años, los pueblos soviéticos y europeos detuvieron lo que poco antes parecía imparable y, con su lucha, consiguieron la victoria sobre el fascismo. Una y otra vez, el pueblo trabajador ha desafiado los acontecimientos del capitalismo y ha mostrado que lleva el nuevo mundo sobre sus hombros.

El camino a seguir es claro para nosotros y no nos paramos a remediar algunas de las enfermedades que el capitalismo ha creado, sino que aspiramos a eliminar la enfermedad que es el capitalismo. Impulsados por la fuerza y la actividad de los pueblos trabajadores del mundo, estamos seguros de que llevaremos —y debemos llevar— el nuevo mundo, el mundo socialista, a buen puerto.

En la forma de una guerra imperialista generalizada y el empobrecimiento de los pueblos, la oscuridad se aproxima amenazante en el horizonte pero, al recordar que la oscuridad no es más que luz robada, seguimos adelante, honrando a quienes vinieron antes que nosotros y allanando el camino a quienes vengan después.

¡Viva el 1º de mayo!

¡Viva la lucha del pueblo!

¡Viva el socialismo!