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Desde la célula de Enseñanza Pública no Universitaria del PCTE, como miembros de la comunidad educativa y participantes activos y directos de los acontecimientos vividos durante las últimas semanas, queremos situar una serie de puntos que nos ayuden a afrontar los retos del futuro tomando el aprendizaje obtenido durante la lucha que hemos estado librando.

A todas luces el acuerdo conseguido es insuficiente para abordar todas las deficiencias que aquejan a la enseñanza pública asturiana, siendo algunos de ellos problemas estructurales de mucho calado cuya solución no parte exclusivamente de nuestra comunidad autónoma, ni siquiera del gobierno español. Sin embargo, debemos ver el resultado con perspectiva: un ataque directo por parte de la Consejería cambió el chip de un profesorado harto que llevaba años soportando una carga laboral, emocional y económica que muchas veces se asumía por una cuestión vocacional y de responsabilidad para con la sociedad. Y, tras un estallido espontáneo y una rápida organización, con estrategias y orígenes variados, una dura huelga, acciones y diversas manifestaciones, pasamos de recibir una imposición de empeoramiento de nuestras condiciones laborales a obtener una mejora en algunos de los ámbitos que afectan tanto a la calidad educativa como a las condiciones laborales en las que ejercemos nuestra profesión.

En ningún caso podemos permitirnos transformar lo que es una victoria sobrevenida de un movimiento histórico, por escueta que sea, en una derrota. Hacer eso nos aboca al derrotismo y a la desorganización, apartándonos del camino que debemos seguir recorriendo. Estos avances llegaron de la mano de una unidad construida con muchas dificultades y no debemos bajo ningún concepto romperla. Esa fuerza ha venido para quedarse y mantenerla desde las diferencias ha de ser la consigna frente a los discursos antisindicales que no benefician en nada al conjunto del profesorado.

Por otro lado, a nuestro entender los sindicatos han de reflexionar y hacer un análisis crítico de cómo se dio el inicio de la movilización y el error de la diferentes estrategias al no haber sabido pulsar  la potencialidad movilizadora del colectivo docente. Asimismo, es preciso que ante el bullir de reivindicaciones de los diferentes cuerpos durante estas semanas, los sindicatos de forma unitaria elaboren una plataforma reivindicativa común que recoja las propuestas que han quedado pendientes y aquellas que no llegaron a pasar por la mesa de negociación de cara a prepararse para una futura oleada de luchas por la dignificación de la función docente y la enseñanza pública. Es imperativo recuperar las asambleas presenciales en los centros de trabajo, donde los debates cara a cara impiden que determinados elementos ajenos o propios se escondan tras el anonimato para emitir según que valoraciones, insultos o acusaciones totalmente injustificadas y que responden a intereses que no son los de la educación pública, haciendo además bandera del antisindicalismo que proponen algunas fuerzas políticas y buscando un enfrentamiento que, de darse, nos abocaría a la derrota total.

Entre todo lo ocurrido el último mes debemos quedarnos con todas las enseñanzas obtenidas, entender que esto no es más que el principio de lo que vendrá, que los ataques y los recortes a la enseñanza pública llegarán y, esta vez, nos deben de encontrar entrenados, preparados y capacitados, más y mejor organizados que nunca.

Nuestra propuesta a partir de ahora no es renunciar a lo alcanzado, sino organizar la fuerza que hemos demostrado para preparar futuras reivindicaciones.

¡Viva la lucha de los docentes! ¡Viva la lucha de la clase obrera!