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Foto de Nacho Gallego, Agencia EFE

 

El martes 9 de julio salía elegido Alfonso Fernández Mañueco como Presidente de la Junta de Castilla y León con los votos favorables del Partido Popular y Ciudadanos y la abstención de VOX y Por Ávila. Se certifica así la continuidad del PP tras 32 años de Gobierno.

Más allá de los gestos y las palabras de buena voluntad habituales en los rituales de investidura sabemos que las políticas que emanen de la Cámara autonómica serán sumisas a los dictados de las grandes empresas a través de los criterios de austeridad marcados por la Unión Europea y el gobierno central.

En Castilla y León nos esperan cuatro años de más recortes en sanidad y educación, de políticas favorables a los grandes productores del campo que abocan al cierre de pequeñas unidades agropecuarias, del establecimiento de multinacionales en polígonos industriales gracias a exenciones fiscales y subvenciones pagadas con nuestro dinero, de precariedad laboral en los sectores económicos más vulnerables como el telemarketing o las TICs, de despoblación del mundo rural y el campo, el paro estructural juvenil con uno de cada tres jóvenes sin empleo lo que provoca el éxodo masivo de jóvenes trabajadores y estudiantes.

Cuatro años donde la oposición será ejercida por un PSOE y una Unidas Podemos que, si bien criticarán las políticas al respecto de los problemas citados anteriormente, no dará ninguna solución en clave de los intereses de las mayorías de trabajadores y trabajadoras. Sus aportaciones serán de matiz, de gestionar el capitalismo de una forma socialdemócrata, esto es, de situar las soluciones al margen de los problemas reales de nuestro pueblo.

Se queja Tudanca de que no salió lo votado ‘por la mayoría’, que Castilla y León se pierde ‘lo nuevo’. Nada tendría de novedoso un gobierno regional del PSOE apoyado por Podemos. Lo estamos viendo en las negociaciones para el establecimiento de un gobierno central: lo primero el sillón ministerial. Ya parecen no importar cambios legislativos tan relevantes como las dos últimas reformas laborales, la modificación del artículo 135 de la Constitución, la LOMCE o la Ley Mordaza.

Ante esta situación los resultados electorales del Partido Comunista de los Trabajadores de España (PCTE) han sido del todo insuficientes. La clase trabajadora aún desconoce en su gran mayoría nuestra idea de Comunidad y de país. En un contexto tan difícil para los intereses del pueblo trabajador es más necesario que nunca mantener una línea política propia a los intereses de la clase obrera. No cejar en el empeño de explicar centro de trabajo a centro de trabajo y barrio a barrio nuestra propuesta de Comunidad para la clase obrera y nuestro modelo organizativo y de lucha para llevarlo a cabo.

Sí es posible una Castilla y León con una educación y sanidad totalmente públicas, sí es posible una Castilla y León con empleos estables y de calidad, sí es posible una Castilla y León con industria, sí es posible una Castilla y León con grandes empresas públicas que sustituyan a las multinacionales, sí es posible una Castilla y León repleta de jóvenes y vida en sus pueblos. Esta Castilla y León, tan necesaria como posible, no se construirá desde las Cortes de Castilla y León, gobiernen las derechas o las izquierdas capitalistas, esta Castilla y León necesaria se levantará desde la lucha sindical en los centros de trabajo, desde la lucha obrera en los polígonos, desde la lucha popular en los barrios, desde la lucha estudiantil en los institutos y universidades.

Nosotros, el Partido Comunista, aspiramos a ser el corazón que impulse esta Comunidad para su clase obrera. Y a ti, trabajador, trabajadora, te pedimos que luches junto a nosotros. Porque solo con un Partido Comunista más fuerte habrá una clase trabajadora más fuerte en Castilla y León.