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La situación de la vivienda en el Pirineo aragonés parecería insostenible si no fuera porque la necesidad que nos mueve como trabajadores nos ha hecho soportar muchas cosas, hasta ahora. Las consecuencias de una apuesta económica excluyente y descarnada por el turismo de temporadas en el Pirineo, al igual que en otras partes de España, las sufren los trabajadores y trabajadoras con condiciones laborales precarias y falta de acceso a una vivienda digna.

La realidad laboral de estas comarcas dista mucho de los paisajes bucólicos que cada temporada la publicidad nos quiere hacer ver. Nos encontramos ante una elevada tasa de temporalidad derivada del turismo de temporada, lo que deja a una gran masa de trabajadores en la calle en Primavera y Otoño, no encontrando estos ninguna alternativa de empleo, ya que otros sectores como el industrial son testimoniales o directamente no existen.

La otra cara de esta moneda macabra es el acceso a la vivienda. Y es que el otro “gran negocio” en esta región pasa por destinar el parque de viviendas a uso turístico con alquileres por temporada o días. Esto ha provocado un encarecimiento exorbitado de los precios de alquiler, que además imposibilitan una estabilidad anual para los residentes de la zona. Un derecho básico como la vivienda, como en muchos otros casos, se ve vapuleado por considerarse “bien de mercado”, y destinarse al enriquecimiento de cada vez más rentistas que nos parasitan. La última y más vergonzante consecuencia de todo ello, los desahucios, que han aumentado drásticamente en los últimos tiempos y escenifican mejor que nada la desgracia de muchas familias frente al beneficio de grandes tenedores e inversores.

La solución no es sencilla ni inmediata, pero como todo en la vida, ello nos da certeza de su eficacia e irreversibilidad: una sociedad en que el turismo no sea la rueda precaria y temporal que mueva la economía de nuestros Pirineos, y que la vivienda no sea una mercancía, sino un derecho para todos. Pero antes, para llegar a ese valle, hay que recorrer un sendero. Uno espinado y angosto.

Por eso, desde el PCTE llamamos a los trabajadores y trabajadoras aragonesas que sufren esta explotación y carestía de vivienda a que organicen un movimiento de protesta contundente ante esta situación de escasez extrema de vivienda que nazca de los barrios y pueblos y que no aparte nunca la mirada del verdadero y último culpable de esta situación que no es otro que el sistema en el que nos ha tocado vivir, el capitalismo.