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La exhumación de los restos del dictador Francisco Franco del mausoleo del Valle de los Caídos tiene lugar el 24 de octubre de 2019. Han pasado 44 años desde su entierro. Fue el rey Juan Carlos I el que firmó el 22 de noviembre de 1975 la orden definitiva para que el dictador fuera enterrado allí. De los 44 años que han pasado desde entonces, exactamente la mitad de ellos el Gobierno de España ha estado en manos del Partido Socialista Obrero Español. Ha sido con Pedro Sánchez como presidente cuando el PSOE ha considerado que había llegado el momento más oportuno para retirarle al dictador ciertos honores, trasladando sus restos al cementerio público de Mingorrubio —donde también están enterrados Carrero Blanco y Arias Navarro—. Todo indica que el nuevo lugar de sepultura del dictador —en un panteón con su esposa, Carmen Polo— será nuevo lugar de peregrinación de los apologetas del fascismo en España y que Franco seguirá recibiendo tributo público.

La exhumación de los restos de Franco por parte del gobierno del PSOE no obedece a ningún principio moral ni político de respeto a las víctimas del franquismo y de lucha antifascista. Todo obedece a un mero cálculo electoral y a una operación de maquillaje democrático del propio sistema.

El gobierno de Pedro Sánchez decidió ir a las Elecciones Generales de noviembre con una hoja de ruta muy definida, en la que la sentencia del Proces tomaba una especial relevancia. Con la gestión de la crisis en Catalunya el PSOE pretendía ensanchar su espacio electoral hacia la derecha. Con la exhumación de Franco ensancharlo hacia la izquierda. Los ritmos y las proclamas, sobre uno y otro tema, del gobierno socialista en estos días expresan muy claramente el inveterado oportunismo del partido de la traición en la guerra civil, de la desaparición durante la dictadura, de la falaz transición, de los GAL, de la OTAN, de las ETT, de la desindustrialización y de las contrarreformas laborales.

Los restos de Franco, como los de todos los fascistas enterrados en el Valle de los Caídos —donde seguirá permaneciendo la tumba de Primo de Rivera— debían haber sido exhumados hace mucho tiempo. Pero no antes que los restos de los miles de represaliados antifranquistas que fueron allí enterrados, contra su voluntad, muchos de ellos obligados en condiciones de esclavitud a construir el infame mausoleo del franquismo. Son ellos los primeros que deberían haber salido del Valle de los Caídos y haber recibido digna sepultura. Y son también los miles de asesinados por el fascismo que yacen desaparecidos en cunetas por todo el país los que exigen que se les saque de ellas y se les rindan honores. Después de reconocer a los miles de héroes antifascistas es cuando, con urgencia, habría que haber negado todo monumento y homenaje al dictador y procedido a la demolición del Valle de los Caídos. Esa es la única política de memoria histórica que haría justicia a los antifascistas españoles.

24 de octubre, 2019
Buró Político del PCTE