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En los últimos años han sido millones de mujeres las que han tomado conciencia de la desigualdad que como mujeres de una clase sufrimos, miles las que han llenado las calles clamando contra la violencia machista y contra el papel social que llevamos siglos cumpliendo.

Pero, ¿y una vez concienciadas y pasadas las grandes movilizaciones qué?

Los medios de comunicación, las empresas y los partidos de la burguesía se han adaptado para construir un relato en defensa de la igualdad (cada uno el suyo), con las mejores campañas de marketing mientras nosotras, las mujeres trabajadoras, seguimos igual.

Hoy en día cada vez son mayores las dificultades que tenemos para vivir una vida plena: los salarios no suben o lo hacen en cuantías irrisorias, la cesta de la compra cada día está más cara, sostener una vivienda es cada vez más difícil y las reformas laborales aseguran el trabajo a demanda de la empresa haciéndonos cada vez más difícil compatibilizar familia y trabajo (y ni qué decir del ocio), a la par que aumentan la inestabilidad, la inseguridad económica y con ello la dependencia.

Seguiremos igual, o peor, si no damos un paso al frente y retomamos las únicas herramientas que las trabajadoras tenemos. Todo depende de nosotras.

Si bien el primer paso para plantar cara a una realidad que día a día nos va exprimiendo más, es tomar conciencia de ella, el segundo es necesariamente organizarnos para hacerle frente, organizar la lucha en cada ámbito donde se nos ataca, superando la concepción de que la participación de la mujer en la política se limita a dar la confianza a quienes nos prometen un futuro mejor que nunca llega, a “romper techos de cristal” en la cúspide de la explotación, a la participación en espacios desvinculados de la lucha de clases o a la denuncia o reivindicación abstracta en fechas señaladas.

Es entender que tenemos que ser parte de la organización de cada lucha: en los barrios por unos servicios públicos enfocados a facilitar la vida de las familias obreras y no solo a posibilitar que sigamos produciendo, en los centros de trabajo por mejorar las condiciones laborales poniendo las necesidades de las trabajadoras y de sus familias en primer plano. En definitiva, es dirigir esas luchas para ir avanzando en derechos mientras hacemos que cada vez sean más las compañeras decididas a organizarse para dar todas las batallas en todos los ámbitos de nuestra vida.

Para eso, tienes al Partido Comunista de los Trabajadores de España. Necesitamos la fuerza de las mujeres de la clase obrera para aglutinar todas esas luchas y a todas las compañeras en torno a un proyecto de país en el que la vida plena de todos y todas las trabajadoras sea el principal objetivo, en el que seamos nosotras las que decidamos como organizar los servicios, los recursos y las jornadas laborales, en el que la explotación y la desigualdad sean historia y se puedan dar pasos firmes y decididos a erradicar todo tipo de violencias.