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Año tras año, la pobreza extiende sus zarpas entre la población trabajadora, golpeando de manera multifacética; afectado a la situación de la vivienda, a su empleo y a la posibilidad de que disfrute de unas vacaciones y descanse durante el verano. Dentro de la Unión Europea, más de 40 millones de personas —basándose solo en cifras oficiales— se encuentran bajo lo que se llama una “pobreza vacacional”, que es la incapacidad de permitirse un viaje de una semana fuera de casa.

Al agudizarse las contradicciones en el seno del sistema imperialista, se deteriora la situación del pueblo trabajador del mundo; el capital, al explotar el trabajo de la clase obrera en todos los países con la connivencia de los gobiernos y la UE y canalizar más fondos para fortalecer la industria bélica y prepararse para la guerra y su propia competitividad, deja a las familias obreras con cada vez menos. Entre otras formas, esto se manifiesta en cada vez menos familias teniendo la posibilidad de un ocio y unas vacaciones significativos, recortes en programas de turismo social y comercialización de playas, bosques y montañas para actividades empresariales.

Al mismo tiempo, el turismo se convierte bajo el capitalismo en un lastre para muchas comunidades que se derrumban bajo el peso del turismo masivo basado en la rentabilidad del mercado capitalista, disparando los precios y trastocando las posibilidades de una vida normal de la población local bajo el peso de la falta de una infraestructura moderna de protección civil y de servicios con personal, debido al peligroso criterio coste-beneficio. En la época de la inteligencia artificial, en la que los trabajadores —incluyendo los de los sectores alimentario y turístico— podrían trabajar menos horas, con menos esfuerzo, y estar mejor remunerados, éstos realizan al final jornadas extenuantes en condiciones deplorables y por bajos salarios.

Este suceso, en el que se niega el ocio y el descanso a cada vez más personas y el turismo masivo toma unas proporciones inabarcables, no es necesario. Más bien es una consecuencia del sistema capitalista y de su lógica.

Apoyamos las luchas de los trabajadores en el sector del turismo y la hostelería y las reivindicaciones de los trabajadores de acceso libre y gratuito a playas, bosques y montañas, libre de las actividades empresariales.

Sin embargo, el sistema capitalista es incapaz de garantizar el derecho al ocio y las vacaciones y, en su lugar, destacamos la necesidad de una economía planificada que garantice al pueblo trabajador unas infraestructuras suficientes para dotarles de una forma dignificada de pasar sus vacaciones y planificar el turismo de tal forma que sea gratificante y permita recuperar cuerpo y mente.

Con los trabajadores en el poder, a cargo de su economía planificada, se abre la puerta a la organización de la planificación de soluciones colectivas, en las cuales se garantiza a las familias trabajadoras casas de recreo y sanatorios, como los había en los países socialistas, lo cual acentúa la importancia del descanso y el ocio como elemento integral de su economía y sociedad.

La lucha por ampliar los permisos vacacionales, por hacer las vacaciones más asequibles y por subir los salarios para permitir un ocio suficiente es parte de la lucha de clases y no puede librarse aislada de la necesidad del derrocamiento revolucionario del capitalismo.

Por tanto, dejamos claro que solo un sistema socialista puede garantizar la dirección de los recursos hacia el bienestar de los trabajadores, la satisfacción y extensión del derecho de los trabajadores a las vacaciones y el ocio.