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El convenio del Metal de Bizkaia, el primero por importancia en la provincia, sigue parando la producción mediante la huelga y presionando así por un convenio digno. Los días 30 de septiembre, 1, 2, 3 y 4 de octubre, están llamados nuevamente a la huelga los 55.000 trabajadores de este sector. Será la primera vez en muchos años que un sector para una semana laboral entera en defensa de sus condiciones de trabajo.

Es necesario recordar que el convenio del metal se ha enquistado, entre otras cosas, por las sucesivas reformas laborales de populares y socialistas, que además fueron apoyadas por el PNV. La desregulación de la negociación colectiva ha provocado que las crisis las acaben pagando los trabajadores mediante la pérdida de poder adquisitivo.

Además, toda esta desregulación es parte de la estrategia de una UE que impulsa constantes reformas laborales, que implican una cada vez mayor temporalidad y precariedad. La UE nos ha exigido constantes sacrificios, ha sido el artífice de la reforma que ha facilitado que nos jubilemos más tarde y es el principal culpable de que se pongan en riesgo pensiones y servicios públicos. Y es culpable además, de la destrucción de la gran industria de Bizkaia, que ha abierto la puerta a los contratos en el sector servicios, con una alta tasa de temporalidad, de precariedad y basados en jornadas parciales.

Las instituciones vascas, lejos de ponerse al lado de la clase obrera, han facilitado esta transición con gran alegría. El nacionalismo vasco, que tantos días de misa ha perdido pidiendo una Euskadi sólo para los vascos, no duda en entregar la llave de nuestros salarios a las multinacionales y monopolios extranjeros. Mediante una legislación ad hoc en el gobierno vasco, en las diputaciones y en todos los ayuntamientos que gobierna, han permitido que la industria se deslocalice y que entre un modelo económico basado en la precariedad, con grandes centros comerciales y desiertos industriales.

El convenio del Metal de Bizkaia nos marca el camino. Nos da varias claves realmente importantes para cualquier conflicto. La unidad sindical es una de las claves, pero no se puede entender esta unidad si detrás no se trabaja activamente por la unidad obrera, por la unidad de las plantillas en torno a la plataforma del convenio. Hay que poner en el centro de la lucha los intereses de los trabajadores. Otra de las claves importantes es, cómo no, la realidad del sector del metal. Un sector propiedad de unos buitres que solo piensan en seguir con la fiesta de los beneficios a costa de nuestras condiciones de vida.

Lo mismo que para la patronal sólo cabe la opción de empeorar las condiciones de trabajo en un escenario de propiedad privada de las empresas, para la clase trabajadora sólo puede caber un escenario de nacionalización de los sectores como la industria, condición imprescindible para mejorar las condiciones de trabajo. Sólo mediante la gestión obrera se abrirá la posibilidad de poder decidir nuestras condiciones de vida. Esa es la verdadera clave.

 

POR UNA INDUSTRIA PARA LA CLASE OBRERA