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El sistema capitalista nos maltrata

El año 2020 va a ser recordado fundamentalmente por la pandemia, que no ha hecho más que acentuar y acelerar la crisis capitalista. Un problema que, una vez más, somos la clase trabajadora quienes más lo sufrimos: anteponen sus beneficios a nuestra salud. A la situación de desamparo y necesidad, a muchas trabajadoras se les une la violencia. Una violencia, como es la machista, que es la expresión más visible de la desigualdad que vivimos las trabajadoras en el sistema capitalista, un sistema que no es capaz de ofrecer a las mujeres ninguna posibilidad de vivir dignamente.

La crisis sanitaria provocada por la COVID-19 ha dejado, más si cabe, al descubierto las grandes carencias que existen en España en cuanto a la lucha contra la violencia hacia las mujeres. Miles de mujeres siguen confinadas con sus maltratadores por falta de lugares públicos donde poder dirigirse para poder vivir sin miedo; niños y niñas que sufren no solo la violencia hacia sus madres, sino también hacia ellos mismos; trabajadoras que ante una situación límite, no pueden más que sobrevivir con trabajos precarios, agravando una situación económica crítica que hace más vulnerable y dependiente a las mujeres.

La violencia contra las mujeres se da en todos los ámbitos de la sociedad: se nos maltrata cuando se defiende la compra y alquiler de cuerpos de mujeres para tener hijos e hijas “a la carta”; se nos maltrata cuando no nos permiten abortar apelando a la objeción de conciencia; se nos maltrata cuando tenemos condiciones laborales insuficientes; se nos maltrata cuando no podemos tener una vida digna; se nos maltrata cuando, auspiciados por la OTAN, envían bombas para asesinar a nuestras hermanas de clase de otros países.

Mientras el Gobierno promete medidas para acabar con esta lacra, las mismas nunca llegan. Una ley de protección contra la violencia de género que se ha demostrado completamente insuficiente; unas medidas laborales que solo sirven para seguir beneficiando a las empresas pero que no aportan absolutamente nada a la clase trabajadora, y mucho menos a las trabajadoras, puesto que seguimos sufriendo la misma temporalidad, la misma precariedad y la brecha salarial cada vez se hace más amplia.

 Organizadas para vivir y no para sobrevivir

Este 25 de noviembre la consigna debe ser clara: organizarnos para seguir viviendo. Porque solo con nuestra unidad podremos hacer frente a esta crisis. Y debemos organizarnos con un objetivo claro: conquistar nuestros derechos y nuestro futuro y luchar contra toda forma de discriminación hacia las trabajadoras.

Este 25 de noviembre elijamos lo necesario, elijamos organizarnos para vivir y no para sobrevivir, para dejar bien claro que con nuestra salud y nuestras vidas no se juega, dejemos bien claro que vamos a estar organizadas para seguir viviendo.