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Este Primero de Mayo se celebra en un contexto particular debido a la guerra imperialista que está teniendo lugar en Ucrania, que contribuye a agravar las condiciones en que se desarrolla la lucha de clases en España.

La confrontación militar indirecta entre Rusia y los Estados de la Unión Europea y la OTAN, que ha alcanzado en Ucrania su punto álgido, supondrá mayores cargas y sufrimiento para la mayoría trabajadora de todos los países, una escalada armamentista y la posibilidad mucho más cercana de guerra directa y generalizada entre las principales potencias.

Todos los Estados y alianzas capitalistas responden a los intereses de los grandes capitalistas, y sus enfrentamientos para conseguir el acceso a materias primas, a nuevos mercados y por mantener o ampliar sus áreas de influencia acaban desembocando en injerencias políticas, bloqueos, sanciones o agresiones militares directas de las que los principales perjudicados siempre son los trabajadores.

En España, el Gobierno de coalición socialdemócrata está directamente implicado en la guerra imperialista. El envío de armas a Ucrania y el despliegue de tropas en los países limítrofes, dentro de los planes de la OTAN y la UE, responde a la voluntad de ganar peso en el seno de esas alianzas y conseguir ventajas para los grandes capitalistas españoles, que ven en las sanciones a Rusia una oportunidad para hacer más rentables sus futuras inversiones.

El denominado Plan Nacional de Respuesta a la Guerra es un nuevo mecanismo destinado a favorecer a las grandes empresas frente a los efectos inmediatos de la guerra, que han agravado la situación previa derivada de la crisis acelerada por la pandemia, pero también para impulsar, a medio plazo, el proceso de puesta a punto del capitalismo español, que exige nuevos y dolorosos sacrificios a la mayoría trabajadora.

En el marco de ese Plan, el Gobierno ha propuesto que patronal y sindicatos alcancen un pacto de rentas para, supuestamente, hacer frente a las brutales subidas de precios que se están produciendo. Los altísimos niveles de inflación que sirven como argumento al Gobierno son consecuencia de la última crisis y la guerra únicamente ha agravado este fenómeno. Esta medida es una nueva agresión a la mayoría trabajadora, que sistemáticamente viene perdiendo poder adquisitivo año tras año, y ello no solamente porque la inflación crece más rápido que los salarios, sino porque cada vez menos trabajadores cuentan con cláusulas de revisión en sus convenios y porque cada vez se nos exige trabajar más por el mismo o menor salario.

Todas las medidas que está adoptando el actual Gobierno se insertan en el mismo marco que se está aplicando en toda la UE: destinar enormes cantidades de dinero público para tratar de conseguir que las grandes empresas puedan competir en mejores condiciones en un mundo capitalista muy volátil, donde las alianzas son cambiantes y en el que las disputas por los recursos estratégicos son cada vez más violentas.

La digitalización, la economía verde, la internacionalización y la elevación de la productividad son las consignas que utiliza el Gobierno para enmascarar que sus objetivos son, esencialmente, la reducción de costes empresariales, el desarrollo de nuevos nichos de mercado, la exportación de capitales, el favorecimiento de creación de nuevos monopolios y el incremento de la explotación de los trabajadores y trabajadoras.

El enorme endeudamiento estatal, necesario para favorecer las transformaciones que exigen los capitalistas españoles, será nuevamente pagado por la mayoría trabajadora a través de próximos recortes en derechos económicos y sociales, que vendrán acompañados de nuevos recortes en derechos democráticos, especialmente en el ámbito laboral gracias a la campaña antisindical que se está desarrollando con fuerza en estos momentos.

Los capitalistas quieren que la clase obrera esté lo más indefensa posible ante los ataques que están por venir. Les interesa individualizar las relaciones laborales con medidas como el teletrabajo, pero también disponer de la fuerza de trabajo cuándo y cómo les interese, a través de herramientas como los ERTE, el nuevo Mecanismo RED o la generalización de los contratos fijos-discontinuos, para cuya implantación están contando con las principales organizaciones sindicales y, con ello, convirtiéndolas en cómplices de la adaptación de la relación capital-trabajo que en estos momentos interesa a los capitalistas, no a los trabajadores. Ese tipo de maniobras también suponen un debilitamiento de la capacidad de respuesta de la clase obrera, a quien se trata de convencer de que las medidas que exigen los explotadores son beneficiosas también para los explotados.

La gestión de los Gobierno socialdemócratas expone con claridad los límites que tiene la gestión del capitalismo, independientemente de lo buenas o malas que sean las intenciones de quienes en cada momento se sienten el Consejo de Ministros. Las medidas presentadas como favorables a la mayoría trabajadora ocultan siempre otras medidas, mucho más efectivas, a favor de los grandes capitalistas.

La frustración de las expectativas de los sectores que confiaron en el actual Gobierno, sumada a la potente campaña ideológica desatada por la burguesía para tratar de arrinconar aún más a la mayoría trabajadora, está logrando que la rabia que genera el empeoramiento sistemático de las condiciones de vida y trabajo se esté expresando en claves reaccionarias, antisindicales y, fundamentalmente, antiobreras.

La socialdemocracia está imposibilitada para ofrecer un discurso o una propuesta superadora del actual estado de cosas. Su compromiso con el sostenimiento del capitalismo, con el sostenimiento de la explotación, y su apuesta por tratar de dulcificar sus terribles consecuencias para la mayoría trabajadora a través de bonos, ayudas y subvenciones cuyo destinatario último siguen siendo las empresas, hace poco creíble su retórica de defensa de los explotados y conduce a los trabajadores y trabajadoras a un callejón sin salida, donde terminan siendo influidos por quienes proponen nuevas salidas en falso a través de discursos reaccionarios, identitarios, nacionalistas o regionalistas que los subordinan aún más a sus propios explotadores.

La rabia y la frustración que existen en nuestra clase y en nuestro pueblo deben transformarse en respuesta organizada en defensa de nuestros intereses como trabajadores y trabajadoras y no en respuesta desorganizada en defensa de los intereses de nuestros explotadores.

Por todo ello, el Partido Comunista de los Trabajadores de España, en este Primero de Mayo, llama a los trabajadores y trabajadoras de todos los sectores, a los pensionistas y jubilados y a los hijos e hijas de la clase obrera y los sectores populares a poner en marcha esa respuesta organizada a través de las siguientes vías inmediatas:

-Oposición a la guerra imperialista: nos solidarizamos con la clase obrera de Ucrania y de Rusia, que son las verdaderas víctimas de la actual guerra, y condenamos a todos los gobiernos capitalistas que sacrifican a los trabajadores y trabajadoras en beneficio de los intereses de los grandes capitalistas y que utilizan la propaganda y la censura para tratar de colocar a los trabajadores de cada país tras sus capitalistas y contra los trabajadores de otros países. Nuestra tarea principal hoy es combatir contra las alianzas imperialistas de las que España forma parte, principalmente la OTAN y la UE, que son responsables de injerencias, agresiones militares y sanciones que, en último término, siempre van dirigidas contra los pueblos.

-Oposición al Pacto de Rentas y a la reforma laboral: debemos luchar decididamente contra cualquier medida, negociada o impuesta, que suponga subordinar todavía más a la mayoría trabajadora a los intereses de los capitalistas y agravar todavía más la explotación y la precariedad que sufrimos. No nos sometamos a sus discursos y sus argumentos, no aceptemos como buenas sus explicaciones sobre las causas del empeoramiento de nuestras condiciones de vida y trabajo.

-Oposición al discurso antisindical: las organizaciones sindicales son la primera línea de defensa de nuestra clase en los centros de trabajo. Por eso están en el punto de mira de los capitalistas a pesar de que, desde hace años, las organizaciones sindicales hayan asumido la política de pacto social, que garantiza la paz social a pesar de los gravísimos ataques que venimos sufriendo. La oposición al discurso antisindical debe venir acompañada de una práctica sindical que supere la política del pacto social y que, con una orientación clasista, anteponga los intereses obreros a toda otra consideración.

En este Primero de Mayo debemos dar un paso decisivo para impulsar la organización y la lucha obrera frente a todas las medidas que van contra nuestras condiciones de vida y trabajo. Debemos romper con la dinámica que sistemáticamente nos subordina a los intereses de nuestros explotadores. Debemos canalizar nuestra rabia y nuestra frustración contra nuestros verdaderos enemigos, que son la patronal y sus gobiernos. Debemos romper el círculo vicioso en que nos han metido los gestores capitalistas y ver más allá de los falsos dilemas que a diario nos proponen. Debemos proponer nuestra propia alternativa, dar nuestra propia respuesta a los problemas sociales actuales.

Confiemos en nuestras propias fuerzas. Rompamos con la patronal y sus gobiernos. Transformemos la rabia en respuesta.

¡Viva la lucha de la clase obrera! ¡Viva el Primero de Mayo!

Buró Político del PCTE