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En los últimos días se ha generado un gran escándalo alrededor de la LO de Garantía Integral de la Libertad Sexual a raíz del enfrentamiento, principalmente, entre el Ministerio de Igualdad y la judicatura.

La ley, que nos llevan vendiendo desde hace meses como un avance porque toca elementos que, a priori, son importantes, no deja de ser una ley ineficaz que propone medidas parciales y temporales que no cortan de raíz lo que suponen las agresiones sexuales o la prostitución.

La vehemencia con la que los Ministerios dirigidos por Unidas Podemos, especialmente el de Igualdad y el de Derechos Sociales y Agenda 2030, defendieron la aprobación de esta ley, contrasta con la incoherencia de su postura y con la falta de valentía para defender la ley desde el punto de vista no punitivo.

Los márgenes del debate se están colocando en puntos muy peligrosos, especialmente favorecedores a la extrema derecha, y están siendo un bálsamo para posiciones tremendamente machistas y reaccionarias, posiciones que el PSOE también está fomentando con la clara intención de terminar de desacreditar a UP.

Denunciamos que mucho más allá de la cuestión que ha generado la polémica, la ley es insuficiente porque parte de premisas erróneas sobre la caracterización de la violencia de género puesto que esta no se explica por un sistema patriarcal ajeno al sistema capitalista, sino que son las propias relaciones de producción capitalistas, la aparición de la propiedad privada y la división sexual del trabajo lo que nos ha colocado a las mujeres, a lo largo de la historia, en una posición de opresión, inferioridad y subordinación.

Bajo la necesidad de contentar a una parte del movimiento feminista y de sus votantes, y fruto de la improvisación y la rapidez por quedar bien, han sacado una ley a la carrera que al final acaba por perjudicar a las víctimas y generando un debate en la sociedad completamente ajeno a la misma, dejando de lado lo que de verdad importa: aportar soluciones para acabar con la violencia hacia las mujeres.

Señalamos, que por muy progresistas y muy feministas que se declaren ciertas leyes, dentro del marco del capitalismo va a ser imposible acabar con la violencia machista en todas sus formas puesto que, para hacer frente a un problema estructural, hay que luchar contra la misma estructura que lo genera.

Ante cualquier supuesto avance que suponga una ley emanada de la democracia burguesa, debemos recordar que es solo una diminuta parte de nuestras necesidades en una realidad cada vez más crítica y compleja y que, por lo tanto, no podemos depositar ninguna confianza en la socialdemocracia como pata inquebrantable del sistema, por lo que a las mujeres trabajadoras solo nos queda confiar en nuestras propias fuerzas.