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El pasado 5 de marzo conocíamos el acuerdo que se alcanzaba entre el monopolio Schneider Electric y la plantilla de la factoría de Griñón, poniendo así fin a un conflicto abierto durante más de dos años y que culmina con el cierre programado de la planta para 2025.

En primer lugar, desde el PCTE queremos saludar la dura lucha sostenida por la plantilla y los representantes sindicales de la misma y recalcar que, si bien la fábrica de Griñón cerrará sus puertas, todo lo conseguido en el camino es fruto única y exclusivamente de la voluntad de lucha que se ha sostenido durante estos dos años en condiciones muy difíciles. Donde se ha disputado a la patronal sus objetivos de alcanzar el máximo beneficio a costa de las condiciones de vida del pueblo trabajador. Esta experiencia de lucha no cae en saco roto, sino que pasa a formar parte del acervo colectivo de la clase obrera y debe servir para extraer lecciones que aplicar en luchas venideras.

Para poder poner freno a un cierre de estas características es necesario movilizar no sólo a la plantilla afectada, sino extrapolar el conflicto al conjunto de la clase obrera y el pueblo trabajador, convirtiendo la lucha concreta de unos trabajadores contra su patrón en una lucha general en interés de todos los trabajadores contra el interés de todos los patrones. Sólo a través de una masiva movilización se podrá ejercer la presión suficiente para doblar la voluntad de los capitalistas y quienes gobiernan en su nombre. Pese a la voluntad y esfuerzos realizados en este sentido, a los que el PCTE ha tratado modestamente de contribuir, esto no ha sido posible. Llamamos a realizar una reflexión  al conjunto del movimiento obrero acerca de las causas que han llevado a ello.

El cierre de Schneider Electric Griñón se enmarca en un proceso de reconversión industrial que arrancó hace décadas y que paulatinamente devora los sectores productivos afincados en Madrid en pos de la especialización de nuestra región como un núcleo de transporte de personas y mercancías, así como en torno a la construcción y los servicios vinculados al turismo, el sector financiero y la administración. En este proceso se destruyen puestos de trabajo con mejores condiciones laborales, fruto de un mayor grado de organización y bagaje de lucha obrera a lo largo de los años, que pasan a ser sustituidos por otros en los que priman condiciones laborales más precarias, marcadas por la hipervigilancia, la temporalidad, el trabajo a demanda, la fragmentación de las plantillas y la ausencia de tradiciones de lucha. Al final del camino la clase obrera sigue siendo la misma, pero se ve abocada a un empeoramiento generalizado de sus condiciones de trabajo y, por tanto, de vida.

Este proceso supone un punto de consenso para todas las fuerzas políticas que aspiran a gestionar el capitalismo, ya se ubiquen a derecha o izquierda del arco parlamentario. Lejos de explicarse sólo por la firme voluntad del gobierno de Ayuso de no desarrollar ningún tipo de política destinada a sostener los sectores industriales, lo cierto es que el gobierno nacional -del que forman parte todas las fuerzas socialdemócratas que se opone a Ayuso en Madrid- no ha hecho nada para frenar el cierre de Schneider Electric y de tantas otras factorías que enfrentaron antes el mismo problema. Por el contrario, apuesta por emplear miles de millones en proyectos destinados a acelerar este proceso, como es la ampliación del Aeropuerto Madrid-Barajas.

La clase obrera no debemos seguir delegando la gestión de nuestra vida y nuestro futuro en manos de quienes gobiernan al servicio de quien nos explota y empobrece; debemos trazar nuestro propio camino de lucha. Si aspiramos a poner fin al cierre de factorías, a frenar la paulatina devaluación de nuestras condiciones de trabajo y a detener nuestro empobrecimiento generalizado, debemos apostar por superar los marcos que encorsetan nuestra lucha en los cada vez más estrechos límites de lo posible. Por tanto, más allá del resultado final de este proceso, la lectura que se impone y la enseñanza principal que debe extraer la clase obrera es que, sin organización, no hay ninguna posibilidad de hacer frente al empeoramiento de las condiciones laborales o la pérdida de puestos de trabajo y derechos.

El PCTE trabaja para multiplicar las capacidades de lucha de la clase obrera y el pueblo trabajador, destinando importantes esfuerzos que contribuyan a su organización en los centros de trabajo y lugares de residencia, a elevar su nivel de conciencia y a sumar a cada vez más sectores explotados y oprimidos a la lucha general contra el sistema capitalista. Aspiramos a construir una sociedad socialista-comunista donde el trabajo, las condiciones de vida y el pleno desarrollo personal estén garantizados a través de la planificación económica, orientando la producción a la satisfacción de necesidades y no al lucro privado.

Animamos a toda la plantilla de Schneider Electric Griñón y a toda la clase obrera a tomar parte de esta lucha desde las filas de nuestra organización. Luchemos por hacer posible lo necesario. Hombro con hombro, clase contra clase.