Recientemente, en concreto el 15 de febrero, visitó Asturies el flamante y mediático ministro de transportes Oscar Puente. Llegaba a nuestra región con lo que parecía un pan bajo el brazo, y anunciaba la inminente llegada de los nuevos trenes de “alta velocidad” Avril. Pocos días antes el consejero de Fomento, Alejandro Calvo, anunciaba importantes inversiones en la red de cercanías, que tendrían como resultado la renovación total de las maltratadas infraestructuras ferroviarias asturianas. Asimismo, hace apenas una semana el consejero, una vez más, comunicaba que se estaba estudiando la supresión de apeaderos para agilizar la red.
Todo parece indicar que la situación del ferrocarril ha captado la atención de los políticos profesionales. Sin embargo, los incumplimientos de los compromisos adquiridos con Asturies en materia ferroviaria se suceden a la misma velocidad que sus promesas. Frente a esta permanente campaña de marketing político de la cual es objeto desde la inauguración de la variante, se sitúa la realidad; y la realidad, en el caso del ferrocarril asturiano, tiene diferentes ángulos.
Esta realidad se le presenta a los trabajadores de nuestra región en toda su crudeza, ya que son ellos quienes sufren el abandono al que se ha sometido a las cercanías asturianas durante los últimos 30 años. Las consecuencias de este abandono son evidentes, no sólo en los recurrentes retrasos que sufren los trenes de manera diaria, si no también en el hecho de que una red de cercanías de 370 km (247 km de ancho métrico y 123 km de ancho ibérico) se encuentre en el más absoluto abandono y deterioro sin poder ofrecer a los asturianos todas las posibilidades de movilidad que una red de estas características debería proporcionarnos. A esto se suma el abandono de multitud de estaciones sin atención personalizada y el anuncio del consejero de Fomento de suprimir varios apeaderos en la antigua Feve, dificultando aún más el acceso desde numerosos pueblos de nuestra región al transporte ferroviario.
A la patronal del transporte por carretera, tanto de viajeros como de mercancías, se le presenta de una forma radicalmente distinta. Al grupo ALSA, empresa que domina en régimen de monopolio el transporte de viajeros en Asturies, el deterioro de la red de cercanías le ha supuesto un suculento negocio. En 2012 presentaba unas cifras de facturación de 650 millones de euros; en 2022 ascendió a 1129 millones de euros. La internacionalización del grupo ALSA ha sido construida desde Asturies y sobre las ruinas de la antigua Feve. El transporte de mercancías por carretera también ha sido altamente beneficiado por el deterioro del ferrocarril. En 2006, la antigua Feve transportaba 4,1 millones de toneladas; en 2020 la cifra descendió a 0,5 millones de toneladas.
Los monopolios que acceden a la práctica totalidad de las concesiones ferroviarias también se ven beneficiados por el deterioro de nuestras infraestructuras: Comsa, Ferrovial, ACS, FCC y Acciona son las empresas que copan las obras de renovación, construcción e innovación de las infraestructuras ferroviarias en nuestro país. Son estos monopolios los que se encargan de embolsarse el dinero de los trabajadores con Adif como intermediario. Sirva como ejemplo la actual obra de renovación Gijón-Laviana que, si bien no supondrá un incremento de la frecuencia de los trenes ya que no se desdobla la vía, ni se van a reducir los tiempos de viaje al no modificar el trazado de la línea, significará un importante ingreso para las empresas adjudicatarias. Esos 1500 millones de euros que anunciaba el consejero de Fomento servirán únicamente para incrementar los beneficios de algunas de las empresas señaladas y maquillar el lamentable estado en el que se encuentran las infraestructuras ferroviarias en Asturies.
Las empresas ferroviarias, Renfe y Adif, también padecen las consecuencias de esta lamentable situación. Las padecen sus trabajadores que no disponen de medios para poder ofrecer unas unidades en condiciones de prestar un servicio de calidad al pueblo trabajador asturiano. El mantenimiento de trenes de más de 40 años de antigüedad se convierte en un ejercicio de improvisación diaria por la evidente falta de recambios y la asiduidad de las averías. Esta situación no solo se vive en los talleres, también lo padecen los trabajadores en las estaciones que tienen la difícil tarea de explicar a los usuarios que se suspenden trenes por falta de maquinistas. Sin duda, es difícil explicar a una persona que espera el tren para ir a trabajar que para que él pudiese llegar todos los días a la hora a su puesto de trabajo, sería necesario reforzar la plantilla con 30 maquinistas. La falta de personal en las empresas ferroviarias es un reflejo de la cronificación del deterioro del ferrocarril.
Por último, se encuentra la percepción que tienen los políticos profesionales de la situación del ferrocarril. Cuando decimos “políticos profesionales” nos referimos a los gestores de los intereses de los monopolios antes señalados. A aquellos que han hecho su modo de vida el trasvase de rentas del trabajo al capital, el despojo de los muchos en beneficio de una minoría parasitaria. Sin duda, éstos la perciben como un medio adecuado para cumplir su papel de gestores de los capitalistas y a la par presentarse ante el pueblo como los artífices de la recuperación del ferrocarril como medio de movilidad sostenible y elemento vertebrador del territorio. Pero lo cierto es que esos anuncios sobre la llegada de trenes y elevadas inversiones no tienen como objeto mejorar las condiciones de movilidad de los trabajadores asturianos. Las anunciadas inversiones, tanto en la red de alta velocidad como en la de cercanías, tienen el objetivo de generar un nuevo espacio para la acumulación capitalista. Vemos como los monopolios del transporte se preparan para reclamar la parte que le corresponde de la liberalización ferroviaria, no sólo en la variante con el transporte de viajeros también con el transporte de mercancías través desarrollo del corredor Atlántico.
Desde el PCTE denunciamos el expolio que se está llevando a cabo contra el pueblo trabajador asturiano por medio de inversiones dirigidas a llenar los bolsillos de los monopolios de la construcción, utilizando el ferrocarril como pretexto. Denunciamos que los planes que el ministerio y el Principado tienen para el ferrocarril velan únicamente por los intereses de los monopolios del transporte de viajeros y mercancías, y no por las necesidades del pueblo trabajador asturiano.
Desde el PCTE afirmamos que la única manera de recuperar el ferrocarril como medio de movilidad eficaz, sostenible y vertebrador de nuestro territorio es a través de la planificación de un sistema de transporte público integral de propiedad social y bajo control obrero y popular. Todas las inversiones y promesas difundidas por los políticos burgueses para la reactivación del ferrocarril son meras ilusiones con las que tratan de cegarnos frente a una realidad que es elocuente; y es que, en el capitalismo, bajo el dominio de los monopolios, todo tipo de inversión e innovación está dirigida a incrementar los beneficios de unos pocos, no a satisfacer las necesidades de la mayoría social.